A Star Is Born


La sensación que deja la película A Star Is Born parece ser generalmente asombro, un mal sabor de boca, y lagrimas en los ojos. Todas a la vez. Y yo no fui la excepción.

El filme de Bradley Cooper y Lady Gaga es brutalmente triste aunque no lo parezca, con un romance que fluye a través del éxito, de la adicción, la brillante música y la perdida. Con una sinopsis simple, siendo el tercer remake de la historia, siendo mas bien un retelling.

Jackson Maine es un cantante de country, alcohólico y drogadicto. Conoce a Ally después de un concierto en California, en un bar de transformistas. Queda encantado con la presentación de Ally y la invita a tomar una copa. Los dos discuten esa primera noche las dificultades de Ally para entrar en el mundo de la música, Después de hablar por horas, invita a Ally a su próximo concierto, donde la convence de cantar una de sus canciones originales. Los dos se envuelven románticamente durante toda el filme, mientras la carrara de Ally no para de crecer, y la de Jack se encuentra en declive.

La película nos presenta entre otras cosas, problemas de salud mental, que raramente son tocados realmente en películas de este calibre. Un acercamiento a la adicción muy real, que nos hace empatizar con Jackson, sobre todo por su inestabilidad emocional. También es una oda a la dependencia amorosa. A pesar de que el amor de Ally y Jack, parece ser idílico, sobre todo en el inicio, es un  amor también muy toxico. La adicción de Jackson se lleva gran parte de los problemas que enfrenta la pareja. Además de la perdida de identidad a los ojos de Jack que los lleva a pelear a menudo. Nos muestra también ese lado del mundo del entretenimiento, que sabemos que existe, que es un poco oscuro.



Lo mas importante, que contrario a sus predecesoras, esta versión, además de ser actual, en vez de minimizar al personaje femenino, lo realza en todos los aspectos. Incluso, el personaje de Bradley Cooper, no se siente directamente amenazado por el éxito de su pareja, sino mas bien lidia con sus propios problemas y demonios pasados, además de que enfrenta un profundo desacuerdo con la transformación del personaje de Lady Gaga.  Pero volviendo al punto inicial, a pesar de lo maravillosamente real y trágico que es esta película, es también una oda a la dependencia.

A la dependencia sentimental, a la dependencia al amor, a la dependencia a lo que es toxico, que no solo es el alcohol, porque en cierto punto, la relación que se desarrolla, se torna pesada, sobre todo para Ally. La adicción y depresión de Jack, absorben permanentemente a Ally, de tal manera que su carrera se ve comprometida por cuidar de esa persona importante. Por tratar de que los dos, que son un complemento, me atrevería a decir que almas gemelas, vuelvan a armarse, a pesar de que puede verse afectada por su actitud en mas de una ocasión.



Ally se siente con la capacidad de salvarlo, hasta que no puede. La dependencia no lleva a nada mas que desgracias, y en el amor no es la excepción. Una de las enseñanzas mas importantes, es que no se puede salvar a un alma que esta tan rota, como lo estaba el alma de Jackson. Un hombre tan atormentado y difícil de entender, que deja devastada a Ally, una de sus luces. Un matiz en su vida, que quizás era lo único bueno que podía ver en el.

Las doce notas, entre en cada octava, que Ally interpretaba, eran la música que el necesitaba oír.

Y esas doce notas, entre cada octava, son las que hacen a esta película perfectamente trágica.

Supremamente recomendada.

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